Son muchas y las podemos encontrar en gran variedad de sitios. Van en grupos – rebaños – y de una forma u otro son parte fundamental de nuestro día a día. Pero ante todo, cuando pensamos en una oveja, pensamos en un animal manso y tranquilo, hasta un poco tonto. Y ese es nuestro principal error.
Podemos negarlo y podemos ignorarlo, pero ellas están ahí y quieren dominar el mundo.
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Suena cuanto menos extravagante, pero si atendemos a las pruebas y tenemos en cuenta la velocidad a la que esta sospecha se ha extendido, convierten la mera sospecha en un hecho innegable.
Pero para explicar esto, analicemos a las ovejas:
En cualquier caso, esto no las hace aparentemente peligrosas ¿Qué motivos podrían tener para intentar conquistarnos?
Tengamos en cuenta lo siguiente:
- Las esquilamos para vestirnos con su lana,
- Nos comemos a sus hijos, antes incluso de que dejen de beber la leche de sus madres,
- Las ordeñamos y nos llevamos su leche para hacer otros productos,
- Las obligamos a ir donde nos conviene, decidimos cuándo y dónde pastan, las encerramos y les controlamos con perro que no ponen miramientos en morder si una se descontrola,
- cada vez tienen menos lugares para pastar.
En estas condiciones de vida, ¿no suena lógico pensar que puedan querer revelarse?
Además, si alguna vez habéis mirado a una oveja a los ojos, os habréis dado cuenta, sabe lo que pensáis; y, lo que es peor,
sabe que lo sabéis...